Como me suele pasar, saqué a la japonesa que llevo dentro y empecé a recorrer tomando fotos de cada reja, árbol, jardín y casa que me llamó la atención, entre ellas esta. Me pregunte que sería, pero no había nadie a quien preguntarle, no tenía ningún cartel que me informara, nada.
En la noche caminando al hostal volví a pasar por fuera pero ahora estaba llena de vida, es uno de los bares con más onda que he ido.
Bar Ayahuasca, es una gran casona de dos pisos, de aspecto tradicional pero que por dentro logra sorprender a cualquiera. Me contaron que la decoradora se inspiro en alucinaciones de esta planta medicinal para dejar cada espacio como único. En su decoración usa colores fuertes, mezclando texturas y elementos típicos de Perú, con toques modernos.
Como ya había comido solo tome el trago de la casa, que lleva su mismo nombre; pisco macerado con coca, aguaymanto y tumbo… me encantó.
Su carta se compone de piqueos y una extensa variedad de cocktails.
Definitivamente, un imperdible.